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Ilustración de Santiago Caruso |
Julius Herder despertó esa mañana sin poder
recordar lo que había soñado. Una inquietante sensación de irrealidad parecía
flotar a su alrededor, como si el mundo se hubiera vuelto impreciso, borroso.
Debió esperar hasta las primeras horas de la tarde para que sus pensamientos se
volvieran a asentar en el lugar que les correspondía.
Tras un almuerzo ligero decidió dar un paseo por
la ciudad, esperando que el contacto con otras personas le ayudara a despejar
sus ideas. Antes de salir tomó su sombrero, su abrigo y el libro que aguardaba
hacía semanas sobre el velador de su dormitorio y que hablaba sobre agujeros
negros y universos paralelos.