Últimamente no he escrito entradas demasiado personalizadas, lo reconozco. He andado falto de inspiración, pero bueno. Trato de seguir la máxima de que si no tienes nada interesante que decir, entonces no digas nada! Claro que no he de ser demasiado estricto ya que corro el riesgo de no terminar diciendo nada en lo absoluto.
En fin. No obstante lo anterior, creo que el sueño que tuve hace unos días merece la pena ser mencionado en este blog. Por lo general no suelo detenerme a analizar mis ensoñaciones nocturnas, a pesar de que un par de veces he despertado con una cara de "¿que se supone que fue eso?". Trato de evitar también esa costumbre de atribuirle extraños significados a cada elemento que aparece en los sueños, algo que en mi familia suelen hacer bastante seguido.
La verdad no recuerdo demasiado como fue el sueño en cuestión. Estaba en un lugar indeterminado, nebuloso, como suele ser el mundo onírico. En algún momento vi un cuaderno o una nota y sentí la necesidad de leer lo que había escrito en ella. El mensaje era el siguiente: