lunes, 19 de marzo de 2012

Cuento Breve: Abel, la niña y el mendigo


Caminaba por una calle solitaria, una noche particularmente fría y oscura. La ciudad entera parecía dormir, silenciosa, arropada bajo las manos invisibles del Dios de los sueños. Los faroles eran como vigías mudos, enigmáticos, destinados a luchar eternamente contra las sombras que se cernían acechantes.

Abel miró a las alturas: comenzaba a nevar. Se arrebujó aún más en su abrigo  y apresuró el paso. Los antiguos edificios se erguían solemnes a su alrededor, observándolo con sus ojos ciegos.

Un movimiento llamó su atención. Giró la cabeza y vio salir de un callejón a una niña tomada de la mano de un hombre viejo y sucio. Por sus caracteristicas era evidente que se trataba de un mendigo. Instintivamente se apegó a la pared, tratando de no ser visto, sin embargo, no les despegó los ojos de encima ¿que significaba aquello? ¿una niña acompañada de un mendigo a esa hora de la noche? Algo no calzaba en aquella imagen. Estuvo un rato agazapado hasta que se alejaron lo suficiente. Entonces, dominado por la poderosa sensación de que algo malo sucedería aquella noche, decidió seguirlos.


Caminaron a través de la ciudad, totalmente abandonada de cualquier signo de vida humana, excepto por aquellas tres siluetas, alargadas y silenciosas. La niña llevaba el largo cabello negro suelto y vestía un camisón de dormir. Sus diminutos pies iban descalzos, dejando sus huellas sobre la nieve recién caída. El viejo que la seguía parecía desorientado. Avanzaba a trompicones, como si se encontrara bajo los efectos del alcohol. Abel buscó a su alrededor la presencia de algún guardia o policía, pero no había nadie más. Debía continuar solo.

Luego de varios minutos de caminata apareció frente a ellos el parque de la ciudad, donde  niña y mendigo se internaron con pasos cada vez más veloces, como si una necesidad urgente los apremiara. Abel se detuvo un momento, vacilante ¿y si aquello era un trampa para robarle?. Ya había oído de casos de atracos en esa zona de la ciudad. Además, toda aquella escena le parecía tan singular: una niña y un mendigo, caminando tomados de la mano en medio de una noche de invierno. Sin duda era algo extraño. Por lo mismo decidió, finalmente, continuar con aquella aventura hasta el final.

Visto rodeado de tinieblas el parque le pareció un lugar siniestro. A lo lejos pudo contemplar la laguna, poblada de extrañas formas. No pudo evitar imaginar infinidad de criaturas demoníacas observándolo desde las sombras. De pronto se sintió dominado por un temor difícil de explicar. Los vellos de la nuca se le erizaron, como si alguna presencia lo rondara. Giró sobre si mismo, mas no vio nada. La niña y el mendigo habían sido tragados por la noche...o algo peor.

Comenzaba a pensar en volver a su hogar, deseoso de servirse una copa de vino y sentarse un rato frente al calor de la chimenea, cuando la sensación de temor volvió a invadirlo, esta vez con más fuerzas. Se dio media vuelta y se encontró de frente con la niña, totalmente pálida y etérea. Algo había en ella que le provocó un rechazo inmediato. Quizás eran sus ojos negros, opacos, o sus labios, de un color rojo intenso que constrastaba con la blancura de su piel. El mendigo no se veía por ninguna parte.

—Que susto me has dado —le dijo Abel, tratando de ocultar su miedo—. ¿Te encuentras bien?
La niña lo miraba de una manera poco común. Su rostro era totalmente inexpresivo, como si el intenso frío hubiera congelado sus rasgos. Entonces sonrío, pero su sonrisa era una mueca repulsiva. Abel se estremeció, sintiéndose en medio de una pesadilla de la que no podía despertar. Pudo oir con claridad las carcajadas de las criaturas que se ocultaban en la noche ¿o acaso era solo su imaginación?

—Eres curioso —dijo la niña con una voz que no podía ser humana—. No me gustan los hombres curiosos.

—¿De que hablas...? —trató de decir Abel, pero no pudo continuar. Frente a sus ojos los rasgos de la niña se deformaron, otorgándole un aspecto demoníaco. Sus ojos y su boca parecieron crecer de una forma desmesurada, dejando entrever unos dientes grandes y afilados, manchados de sangre. Sangre fresca.

—La curiosidad puede ser peligrosa —dijo la criatura, ya liberada de su apariencia infantil. Y mientras hablaba sonreía, y su sonrisa era terrible.

Aquella noche no hubo gritos. Nada alteró el dormir del resto de los habitantes de la ciudad. La nieve siguió cayendo, indiferente, pero en algún lugar una botella de vino quedó esperando a ser abierta, y un fuego se apagó sin que nadie pudiera disfrutar de su calor.

10 comentarios:

  1. ¡Muy buen cuento, Javier! Bien lograda la ambientación, el juego con los simbolismos y contrastes entre la nieve y el rojo sangre, y la manera en que juegas con el lector hasta el final.

    Eso sí, creo que la ilustración del final, aunque notable, distrae y spoilea el desenlace. A pesar de que sabía que se venía, preferiría haber estado dudoso hasta la última línea.

    Aparte de eso, ¡gran trabajo!

    Saludos cordiales,

    F.

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  2. Que dificil elegir entre una aventura y una botella de vino.
    Me encantó la atmosfera sucia y perversa, la encontré incluso cachonda, al estilo del "Prohibited Book" de Luis Royo.

    Un abrazo!

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  3. Definitivamente la imagen mata el relato, se me hizo predecible y perdió toda sorpresa. En cuanto al relato, me pareció interesante, sin embargo existe una utilización muy rebuscada del lenguaje en ciertos párrafos que le quitan fluidez al relato.

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  4. Decidí sacar la segunda ilustración que acompañaba el relato debido al spoiler que significaba para los lectores. En realidad, solo la puse porque me parecía muy ilustrativa de la "niña" de mi cuento. En fin.

    Muchas gracias por las acotaciones y comentarios. Como siempre, este texto es solo un borrador que será mejorado en un futuro cercano, así que todo lo que les parezca exagerado o no les guste, me será muy útil.

    Saludos.

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  5. YYY. El final, que no esperaba, me ha puesto los pelos de punta. ¿Qué tienen los niños que nos pueden poner tan nerviosos a los adultos?
    Magnfícia esa ambientación, el silencio, la nieve, la ciudad sin noticias del resto de los humanos.
    PD: no me había fijado en esa imagen, la verdad.
    Saludos.

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  6. ¡Qué buen cuento! No alcancé a ver la imagen que quitaste, por lo que tuve una opinión positiva del final. También he de destacar que, aunque breve, el cuento me enganchó completamente. Para el final ya deseaba que Abel sobreviviera, aun a sabiendas de que lamentablemente no sería así. Como dice el dicho, "la curiosidad mató al gato".

    Saludos anegados,

    Flood.

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  7. La curiosidad es peligrosa, vaya que sí. Pero vale la pena asumir algunos peligros. Creo que la ambientación es lo que más destacaría del relato. Yo tampoco vi la segunda ilustración y no me di idea de cómo terminaría, así que me resultó inesperado. Me gustó.

    Saludos!

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  8. Buen cuento. La verdad no puedo opinar sobre la segunda imagen porque nunca llegué a verla, pero la que dejaste es bastante ilustrativa sin llegar a spoilers y logra crear una cierta atmósfera de suspenso. Me encantó saber que algo malo iba a pasar desde el principio, pero no saber exactamente que era.

    Saludos ;)

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  9. Casi se me pasa este cuento :C

    No agregaré mucho más a la ambientación porque eso ya se ha comentado bastante. Sí diré que el cuento me sorprendió hacia su desenlace, no porque no me lo esperara desde un punto de vista estrictamente narrativo (el texto estaba bien escrito e insinuaba a buen ritmo lo que iba a suceder), sino porque me estaba habituando a tus relatos de hadas. De alguna forma tenía la expectativa de algo feérico por la imagen inicial que da título al texto, que es muy bella.

    Saludines :)

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  10. Muy buen relato. Fui uno de los afortunados que no vio la otra imagen que se nombró por ahí, por lo que yo no descubrí para donde iba todo el desenlace recién pasada la mitad. De todas formas un consejo (muy personal): para un relato una imagen. Dos ya me parece innecesario.

    Que juegues con la idea de hacer pensar que se vendría un abuso infantil es una buena forma de invitar al lector a continuar.

    La pintoresca ambientación coqueteaba a ratos con algunos escenarios de Silent Hill. Y ya para el final, me fue imposible no recordar la novela/película Låt den rätte komma in (Criatura de la Noche) de la cual, si me permites, hice una pequeña mención en mi blog: http://dedobediente.blogspot.com/2011/11/salio-la-pelicula-crepusculo-4.html

    Es bueno leerte escribiendo terror.

    Rodrigo.

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