miércoles, 19 de septiembre de 2012

Cuento Breve: Arabelle y el Poeta


Arabelle conoció a Balthasar Grämlich en una humilde posada situada en los alrededores de Bremen, en el noroeste de Alemania. Aquella era una noche particularmente lluviosa. Balthasar buscaba un refugio donde secar sus ropas y componer su ánimo. Sus vestimentas eran oscuras, como sus ojos y su cabello, pero su piel era pálida. Era un joven frágil, de mirada triste y hablar lento y cortés. Arabelle, en cambio, era como el reflejo del sol. Sus cabellos eran dorados y sus ojos tenían los colores de una tarde de primavera, y cuando sonreía el mundo entero parecía iluminarse.

Arabelle era dulce y gentil y todos querían estar a su alrededor. Pero Arabelle nunca había amado a nadie. Toda su vida la había pasado en aquella solitaria posada, levantada junto a un pequeño bosque, donde caminaba algunas tardes. No conocía una felicidad plena, pero su existencia era tranquila y con eso parecía bastarle. Más entonces vio a aquel joven de aspecto enfermizo, tan delgado como una vara, un tanto torpe al caminar y al hablar, sentado en un rincón de la sala con los ojos perdidos en un pequeño y viejo libro. Primero fue simple curiosidad, más pronto la curiosidad se convirtió en algo diferente.