lunes, 19 de marzo de 2012

Cuento Breve: Abel, la niña y el mendigo


Caminaba por una calle solitaria, una noche particularmente fría y oscura. La ciudad entera parecía dormir, silenciosa, arropada bajo las manos invisibles del Dios de los sueños. Los faroles eran como vigías mudos, enigmáticos, destinados a luchar eternamente contra las sombras que se cernían acechantes.

Abel miró a las alturas: comenzaba a nevar. Se arrebujó aún más en su abrigo  y apresuró el paso. Los antiguos edificios se erguían solemnes a su alrededor, observándolo con sus ojos ciegos.

Un movimiento llamó su atención. Giró la cabeza y vio salir de un callejón a una niña tomada de la mano de un hombre viejo y sucio. Por sus caracteristicas era evidente que se trataba de un mendigo. Instintivamente se apegó a la pared, tratando de no ser visto, sin embargo, no les despegó los ojos de encima ¿que significaba aquello? ¿una niña acompañada de un mendigo a esa hora de la noche? Algo no calzaba en aquella imagen. Estuvo un rato agazapado hasta que se alejaron lo suficiente. Entonces, dominado por la poderosa sensación de que algo malo sucedería aquella noche, decidió seguirlos.