Por la peor habitación del detestable Hotel Lisboa paseábase
infatigablemente el estudiante de tercer año de Medicina, Stepan
Klochkov. Al par que paseaba, estudiaba en voz alta. Como llevaba largas
horas entregado al doble ejercicio, tenía la garganta seca y la frente
cubierta de sudor.
Junto a la ventana, cuyos cristales empañaba la nieve congelada,
estaba sentada en una silla, cosiendo una camisa de hombre, Aniuta,
morenilla de unos veinticinco años, muy delgada, muy pálida, de dulces
ojos grises.
En el reloj del corredor sonaron, catarrosas, las dos de la tarde;
pero la habitación no estaba aún arreglada. La cama hallábase deshecha, y
se veían, esparcidos por el aposento, libros y ropas. En un rincón
había un lavabo nada limpio, lleno de agua enjabonada.